jueves, 26 de julio de 2012

Y todo a media luz...

...una victrola que llora
viejos tangos de mi flor
y un gato de porcelana
pa' que no maulle al amor. 




Esta podría ser una recomendación más, de algún sitio para comer bien, en algún lugar maravilloso. Esta podría ser simplemente una buena vista de cómo pasar una agradable velada, un fin de semana, en el Oeste peninsular.

Pero es algo más que eso.
Parrillada Tango, situada en San Vicente do Grove, en la playa de Area Grande, es más, mucho más, que un simple lugar donde comer bien.
Es, si cabe, una utopía misma del restaurante de playa, es el paradigma de la buena carne argentina fusionada con la marítima cocina atlántica y más genuina de las Rías Baixas.



Es un chorizo criollo perfectamente adobado, y son unas navajas a la plancha en su punto, es un pito tomatero al estilo pampero, y son unos mejillones grandes coma puños, que se diría. Es el cariño de la cocina tradicional del Grove, con la mejor tradición y carne argentina.

Perfectamente recatada y coqueta, merece la pena visitar este museo, esta bombonera de Area Grande, luce en sus paredes la evolución de la propiedad, desde los años 90 (con solera ya), finos cuadros y nostalgias varias de la tierra de los gauchos, de Gardel, de la calle Corrientes y del Tango, mucho Tango, che!



Pero El Tango, es Gardel, y como Gardel, Don Sisto, el cabeza de esta familia, el artista que baila con garbo entre fogones y parrillas. El que reparte chupa chups a los peques cuando estos le tocan la campana. El viajero incansable.

Un excelente servicio que ya quisieran muchos restaurantes que se dicen de no se cuantos tenedores.

Bueno, esto está muy bien, pero el fin de esta entrada, el matiz último, el reflejo verdadero, es otro.

Resulta, que no desde hace poco tiempo, Don Sisto y esposa, que trabajan incansablemente todo el verano, viajan durante el invierno, ora escapando de los fríos, a otro verano, el verano austral, de su tierra añorada, ora, a Europas olvidadas, profundos senderos marcados, raíces acusadas que llegan hacia ellos.

Imágenes de estos viajeros incansables. 
De ruta por la 40 (Argentina)

Como viajeros del mundo, que no se cansan de aprender, de conocer, de experimentar. Se lían la manta a la cabeza, la ruta es la meta, y alquilan un carro-auto-caravana que los lleve bien a los antipódicos lugares, bien al verde corazon de Europa, bien, quien sabe, a los lugares comunes.




Viajaron por la 40, la ruta que cose la Argentina de norte a sur. La Argentina que deliciosamente imaginó Hugo Pratt para Corto Maltés y su Tango. 



Pero como dijo Kipling cuando le preguntaron por German Areta: Pero eso es ya otra historia.

Y como yo soy gustoso de las carreteras, de los caminos, de sus historias y de sus caminantes, impresionado quedé, y les acompañé con la imaginación, en ese viaje atempóreo, por las tierras de la Pampa. Mientras en mi radio sonaba la voz, otra vez la voz, de Carlos Gardel.

 Despedida y comienzo, desde la Avenida Corrientes.


lunes, 23 de julio de 2012

Picual en envero, niña!

niña te espero 
con un jarro de vino 
y un pan casero.

Que ganas le tenía yo a este oro líquido. Directamente llegado de las almazaras del Cortijo de Suerte Alta.


En Córdoba. De allí viene este manjar que he catado hoy por primera vez, sobre una tostada de pan de Cea. ¿Puede haber algo mejor en el mundo?, aderezado con finos cristales de sal MALDON. Escasos, que no conviene sobrecargar por no matar la intensidad de este Picual en envero. Ecológico. De la D.O.P. Baena (una de mis favoritas)

Desde la almazara de Albendín en Baena, nos dicen:

...recolectado en envero, antes del 15 de Noviembre, cuando la calidad es máxima en el fruto y cuyo color se sugiere en la botella...
 
...frutado verde con amargor y picante moderado, tiene aromas de cítrico, tomate, hoja y almendra verde. Final largo en boca.

Y que final, señores. Y que principio. Y si este aceite fuese una novela, el nudo no estaría mejor desarrollado.

La botella por sí misma es un espectáculo, color de rosa intenso (violeta la de coupage), de vidrio y con relieves, señal de que en el campo de Córdoba, en la finca de Suerte Alta, saben hacer bien las cosas.

Dosificador excelente, sistema antigoteo. Etiqueta bien expuesta y clara. Descripción precisa y oportuna.
 
Un oloroso y afortunado viaje por los sabores de la Andalucía, concentrados todos en una sóla botella, en el zumo de los campos de Baena.



jueves, 12 de julio de 2012

Donde está esa princesa?

Braid. Es un videojuego independiente, realizado y finalizado en 2008 por Johnatan Blow. Un juego altamente aclamado.

Es un juego plataformero como tantos otros. Pero Braid es distinto. Es una experiencia y es un viaje, sin moverse del sillón, sin moverse de la pantalla, se irá trazando en nuestro camino una bonita, incierta e inquietante (por este orden y no en otro) historia.

Es la búsqueda de una princesa, es la búsqueda por un pasado, es la búsqueda desde el presente y hacia atrás, es el arrepentimiento y es la duda, es el afán por cambiar algo que ha sucedido y que ya no tiene vuelta atrás, o tal vez no.


Arranca nuestro protagonista (Tim) su inesperado viaje por el continuo devenir del espacio-tiempo. Arranca en una ciudad en llamas, la sombra de nuestro protagonista espera a que nosotros, con cuatro botones de dirección y uno más de salto, demos comienzo a su aventura. Trepidante es el movimiento de este joven, al que se le ve trajeado, y corre que se las pela. Los entornos son muy coloridos, los enemigos un poco podres, pero es que el reto de este juego consiste en recopilar una serie de piezas de puzzle, para completar un gran mural final. Es en ese mural donde se nos cuenta un pasaje de su vida, un pequeño hilo de la historia por donde tirar, por donde descubrir algo más.

Recuerdos que vienen a su memoria. Una bonita historia que se nos cuenta abriendo libros, a su paso por las nubes, abriendo puertas, encontrando tesoros, izando banderas, conquistando castillos, la búsqueda de su princesa. La construcción de su amor, la justificación de su existencia.

Debo decir que es una gran experiencia que nadie debe perderse. Un juego muy divertido, gráficamente espectacular. Disponible en todas las plataformas digitales, XBLA, PSN, PC y MAC. Con una banda sonora preciosa y relajante.

Puede tratarse ciertamente de la búsqueda de lo distinto, del viaje a Agartha, quizás de los lugares comunes. Es el hilo y la bola de acero que se suspende del mismo. Es el panta-rei. Es todo eso y lo que nuestra imaginación, nuestra pequeña parte de la evolución, nuestra pequeña derivación en la armonía del cosmos, pueda, quiera o deba imaginar.


Y es aquí donde radica el éxito de Braid, y en el que cada uno se va construyendo su propia historia, su propia alegoría de lo que este Tim hace y deshace (nunca mejor dicho) en el mundo que el mismo se ha construido, que el mismo ha dinamitado, sobre un mundo común ya impuesto.






jueves, 5 de julio de 2012

La fuerza aérea al servicio de Su Majestad y una Catedral

Entre 1962 y 1979, Robert Moore, un joven piloto de la New Zealand Royal Air Force inventó un juego, el juego de la Catedral.



Inspirando sus cotidianos vuelos por esas tierras septentrionales del Pacífico Sur. Empezó a imaginar. Viendo allí pequeñas, las ciudades, los pueblos, los caminos, los senderos. Imaginó las formas. Imaginó los lugares. Imaginó hasta lo más importante, las gentes, la sociedad y la vida pública. 





Nueva Zelanda. El país de los Kiwis. 
(Escarapela de la New Zealand Royal Air Force)



Viajó a otros lugares. Quizás encontró los lugares comunes, quien sabe...

Lo imagino, yo ahora, allí sentado, en su habitáculo, mientras viajaba por el aire, sobre montañas en tierra lejana y tan verdes páramos antipódicos. 

Experimentó la mejor forma de viajar, con la mente, que es sin duda, además de la más barata, la más placentera, la más evocadora.

Imaginó la ciudad medieval, imaginó como se vería desde el aire, como se verían sus calles abigarradas, sus palacios ducales, sus mercados y sus plazas. Imaginó su muralla, circunvalando todo el caserío, envolviendo toda la actividad allí concentrada. E incluso imaginó, al fin, allí en la soledad que da la diferencia, en la soledad de lo distinto dentro de lo común, ajena y superior, con cimborrio y ábsides, con su planta de cruz, marcada a fuego en la tierra, al fin y al cabo, imaginó LA CATEDRAL.


La Catedral, con mayúsculas, es un juego de mesa, abstracto. Generalmente hecho en madera, y con presencia, casi siempre tridimensional. Es un puzzle y es un juego entre dos personas, entre dos contrincantes que han de ir colocando unas piezas de distintas formas en una cuadrícula rodeada por una muralla con sus torres almenadas.



En la Catedral cada adversario lucha para poder colocar las máximas fichas posibles en el tablero, incluso todas. Las piezas disponibles están duplicadas y son similares para cada jugador, a semejanza de otros juegos como el ajedrez.


El primer jugador tiene un papel fundamental y él es el que elige la colocación de la catedral, la pieza gris que sobresale del resto, la pieza sobre la que se va articular toda la partida. Bien en el medio, bien en un costado, decidir su ubicación permite tener un mínimo poder de derivación de la partida, esto es una ventaja que podría descompesar la partida desde un incio, sino fuera porque el segundo jugador con su primer movimiento, ya está colocando una pieza propia dentro del tablero y por tanto  da un paso adelante en esa frenética carrera de colocación.


Colocadas con cuidado, todas las piezas caben en el tablero, pero en el fragor de la batalla, en la lucha por el control de la ciudad, no todos los caminos son alfombras de amapolas, y quizás tu oponente esté pensando en encerrarte en algún espacio y quitar alguna de tus piezas.

Si lo quereis encontrar, la tienda Nostromo de la Cascarilla, en la Rua Nova, cercana al café Siboney, os embriagará con sus juegos venidos desde oriente y ultramar. Magníficas ediciones en madera y un trato exquisito.


La Catedral es un gran juego. Puede que no sea tan profundo como otros, ni tan conocido como algunos, pero sin duda es un buen compañero de viaje. De ese viaje por los azules y anisados cielos de Nueva Zelanda.