viernes, 23 de noviembre de 2012

Un viaje triste...

De eso trata esta entrada, dedicada a una de las obras del 9º arte más aclamadas. Un viaje es un viaje, pero claro, este es bastante triste. Y es que os voy a hablar del fantástico trabajo de Joe Sacco, sobre la guerra de Bosnia Oriental. Se titula "Safe area, Gorazde.", titulado en castellano, "Gorazde, zona protegida".



Tenía muchas ganas de leer a Sacco (y de hablar de él), siempre me llamó mucho la atención ese estilo de dibujo underground, Crumbiano, lo llamaríamos. Y como muy bien se dice en el preludio (una lección de historia), Sacco se retrata a sí mismo en esta obra, como caricaturizándose, como aumentado su expresión, su nariz es desproporcionada, sus labios gordos y sus dientes casi de caballo. Pareciera que Joe se intenta adaptar al dramatismo, al estado de circo que está viviendo, a la locura del hombre contra el hombre, del hombre llevado a sus últimas consecuencias, de la política en su más negro estilo.

El relato, impactante y demoledor, crudísima realidad, muestra del genocidio y la barbarie humana, que se vivió en unos meses y años en la zona de Bosnia Oriental; el relato digo, va alternando dos estilos narrativos. 

En primer lugar, la propia crónica periodística de Sacco, viendo desde el 95, el punto de vista de los supervivientes musulmanes de Gorazde y demás refugiados, en aquella ciudad, nombrada, infamemente, por las UN (Naciones Unidas) , "zona protegida". Muestra el punto de vista de la esperanza del acuerdo de Paz y el no perdón a los que eran, hasta el inicio de la guerra, sus amigos y vecinos serbios. Muestra la alegría y la fiesta, la evasión que se produce en el ser humano, las ganas de vivir, entre tanta muerte y destrucción, muestra el hilo de esperanza, la necesidad de dejar atrás la venganza, la ira, y (aunque no olvidar) volver a vivir, al menos, vivir en paz.




El autor, Joe Sacco, imagen real y caracterizado para introducirse en uno de sus relatos.

En segundo lugar, el relato histórico de los hechos que se sucedieron desde el inicio de la guerra, el relato y los antecedentes, en capítulos a salto de mata, en capítulos muy muy crudos, muy fuertes (como el relato de "el primer ataque") contados por los propios protagonistas, por los propios bosniacos unas veces, por el propio autor otras, que nos muestran las verdaderas claves del conflicto.




Imagen del capítulo titulado: "el primer ataque". Crudísimo e impactante relato.

Un punto de vista de una parte del conflicto, del que no existe ningún otro documento (refiriéndose claro a la parte Oriental, pues todos los focos periodísticos apuntaban hacia Sarajevo) de primera mano, ni escrito, ni audio-visual, ni en cualquier otro medio. Y existe, sin embargo, en formato comic book, en un formato tan acorde, tan magnífico, que logra transmitir toda la fuerza que el relato merece. Las caras descritas en renglones se pueden imaginar, pero viendo las expresiones que plasma Sacco en una hoja en blanco, son mucho más fuertes y potentes, que cualquier descripción, por fiel que sea. Y existe, porque Sacco, fue uno de los pocos periodistas que se atrevió a convivir en ese clima de incertidumbre, que rodeaba a Gorazde y a las otras dos zonas protegidas (Zepa y Sbrenica) en aquellos días de 1995, previos a los acuerdos de Dayton (USA). Y existe porque Sacco viajó a través de la línea azul, una pequeña franja de terreno abierta en un acuerdo entre las Naciones Unidas y los Serbios, una línea azul, tantas veces violada, tantas veces insegura, en el mirar hacia otro lado (una cosa bastante común) de los gobiernos occidentales.

También, como anécdota, contar, que una vez más, un libro lleva a otro, sucediéndose una cadena particularmente bella de lectura, imaginación, conocimiento, historia. Pues gracias al capítulo donde se habla de Visegrad, y de lo que ocurre en su puente, llegué a descubrir el fantástico relato de Ivo Andric, que reseñé hace algunas semanas y que también os recomiendo, de manera encarecida.

No os puedo por más que recomendar, otra vez encarecidamente, esta lectura, lección de historia, crónica y recuerdo imperecedero de las injusticias y vildades que comete, más a menudo de lo que quisiéramos, el ser humano. Y no os lo puedo recomendar, más que encarecidamente, porque se trata de Joe Sacco, un gran cronista de nuestro tiempo, un gran juglar de la historia moderna de los conflictos armados en medio mundo. Queda dicho, chorb@s!

martes, 20 de noviembre de 2012

American Splendor, otra vez y con ritmo. (Qué grande eres Harvey Pekar 3ª parte)

American Splendor. The Soundtrack, la banda sonora de la película homónima, donde el genial Paul Giammati (Entre Copas) da vida a Harvey Pekar, es una obra de arte, el contenido y también el continente y os voy a relatar porque. 

Imagen del CD de la banda sonora. Realmente, un trabajo de arte.

Nuestro Harv, ya conocidísimo por los lectores de OPirandargallo, gracias a ambas reseñas ya publicadas (aquí y aquí), es el protagonista de esta maravillosa película, recomendadísima y que en otra ocasión comentaremos, sobre una de las mas sosas y peculiares formas de vivir, paranoias, depresiones y mucho mal humor. Así es Harvey Pekar y su forma de ver la vida. A veces peculiar, a veces realista, pero siempre muy muy interesante.

Ya sabemos que los comics de American Splendor son el vademecun del comic underground, el Santo Grial del subterraneo, de la corriente que empezó a formarse de Estados Unidos en la época de los 60, 70. El verano del amor de San Francisco, donde el bueno de Bob Crumb empezó a enseñar a la masa hippie sus gran obra, el libro del amor caníbal, también llamdo Gran Libro del Yum Yum. Sí todo eso y demás rollos.

Ahora nos encontramos en la costa Este, en Cleveland. Una ciudad bastante triste, gris y deprimente, si atendemos a las descripciones de nuestro Harv. Este archivista del servido médico de Estados Unidos. Muy propicia toda ambientación para una tarde de lectura, lluviosa, oscura, con la luz amarilla de alguna lámpara, sonando de fondo, cálidas notas del saxo de Coltrane o de la trompeta de Gillespie, en un vinilo de jazz.

Aunque ya en otra ocasión, adelanté más que reseñé, la mágnifica producción que recopila la banda sonora de la película de American Splendor. Hoy os traigo el análisis detallado de cada uno de los tracks que en ella se incluyen, y que como vereis, no tienen desperdicio.

Portada del CD.

Un bonito CD en una bonita caja. De cartón, un formato que nunca me terminó de convecer, pero que dado el arte del que estamos hablando, no le viene más al pelo. Aunque pareciese que un cd como está mandado, debe venir en caja de plástico trasparente. Es últimamente cuando me doy cuenta de que en cartón gana mucho más. Es más auténtico.

En la portada vemos a Paul Giamatti encarnando a nuestro Harvey. Y abriendo el panfleto, un magnífco dibujo sobre un CD bien vistoso, anaranjado, que nos muestra a Harv. Todo el arte es de Gary Dumm (dibujante asiduo de los comics de American Splendor). Que también realiza el precioso libro (podría ser un comic de una historia breve) donde Harvey Pekar nos relata como ve él el tema de la banda sonora para su película, y las pequeñas cerezas escogidas para tal ocasión. Una maravilla de folleto. Una pasada vamos.


Interior de la caja del CD. Imágenes de la película. Paul Giamatti y Harvey Pekar.


Ilustraciones del libreto-comic por Gary Dumm al efecto.

Para rematarla, también unas buenas ilustraciones de la película y una foto que me gusta mucho, donde se ve al viejo Harvey en camiseta, con su segunda mujer, en una de las escenas de la película donde él aparece. Ya que he de deciros que no se trata de un cameo sino de una participación en toda regla.

Pero, una vez visto el continente (precioso), centrémonos en el contenido:

1.Paniots Nine: No puede empezar mejor esta banda sonora, que con la composición de Joe Maneri, tantas veces oída a lo largo de la película. Un 9/8 entre hard-bop e improvisación pura. Pero una muy acertada y pegadiza melodía. Un estilo raro, para una soundtrack rara, pero molona.

2. Blue Devil Jump: Notas azules de piano primero y después de saxo, melodía pegadiza también y alegre. Que transiciona muy bien con el Paniots Nine de Maneri. Más Bop y del bueno.

3. Chasin' rainbows: Y llega Crumb. Si Harvey os parecía rarito, este se lleva la palma. Con sus "tunos de trajes baratos", traducción libre de "Cheap Suit Serenaders", que es como Crumb denomina a sus chicos. ¿Que se puede esperar de un tipo que sólo colecciona 78 rpm?. Bueno vale es Crumb, y el guión lo demandaba. De todas formas no está tan mal.

4. On the Sunny Side of the Street: Ah, que gozada, después del desquicio anterior, una balada, a cargo de Oscar Petterson y Lester Young. Que maravilla. Sí nena, ahora sí que estoy en al cara buena de la calle, y me da el sol, ese sol tan rico de mediodía de noviembre.

5. Oh, lady be good: Y claro, al sol, ya sabemos lo que pasa, sube la temperatura, las hormonas se alteran. Voluptuosa mujer, tacones altos, parada de bus, y claro, surge de la trompeta de Gillespie, este Lady be Good, to me!!! Ese nena, cómo me pos! que diríamos a este lado del oeste.

6. Aint' that peculiar: Me imagino ya de Cleveland, a Harlem, y Marvin Gaye cantando, en unas escaleras, de un edificio de ladrillo. Soul en estado puro. Oh sí, mueve tus caderas, nena, nada particular, nada extraño en tí, pero tan excitante...

7. Longing suite: The shortest weekend/after alice (so sweet, so sad): Y llega la primer composición de Marck Suozzo en este trabajo, intimista, corta, preludio de lo que vendrá después, y muy acorde con ciertos momentos de la película.

8. Stardust: Gillespie en estado puro, bebop a raudales, que sale por esa trompeta, y conforma una bella balada, triste y acompasada, notas de melancolía. Una de mis favoritas en el disco.

9. Hula Medley: Pero tranquilos, que llegan Crumb y sus tunos farrapeiros para arreglar este desaguisado (inonía). Y como tocan los tíos, como si no hubiese mañana. Alegres notas de banjo para este intermedio. Cojemos aire.

10. T'aint nobody's biznezz (if i do): Canción lenta, balada negra y triste, pero con un gran soul y un gran swing.

11. My favorite things: Y llega EL TEMA, con mayúsculas de este disco, el gran tema, TEMAZO, madre mía, que intrepreta Coltrane, con unas sutilezas como nadie, al saxo, sacando notas, con gran swing, con gran improvisación, elegante, blue notes por doquier, y 13:43 minutazos de goce puro y duro. Esta ópera esta casi acabada. Mis cosas favoritas, mías y de Harv. Sin duda esta es una de ellas.

12. Time passes strangely: Vuelve Mark Suozzo con otro gran tema, triste, con cadencia, tempo lento, se desgranan notas cálidas en la fría noche de Cleveland.

13. Aint' that peculiar: Cierra el disco, esta nueva versión, negrísima, de Chocolate Genius, para nada despreciable, aunque todo hay que decirlo, el tiempo de los maestros quedó dos canciones atrás.

Fin del cuento. Un agradable paseo por Cleveland, esta vez el comic se escribe sobre una melodía de jazz. Y el formato no le puede venir más al pelo, colega.



sábado, 17 de noviembre de 2012

Louis Armstrong al servicio secreto de su Graciosa Majestad

Louis Armstrong, el genio de Nueva Orleans, Satchmo, el rey del swing. Dice El Cifu de él, que fue el primero en hacer todo, y todo lo hizo bien. Y es así, el cambió la historia del jazz y de la música para siempre. Dejó su impronta en forma de swing, ese estilo de jazz de las big bands con solista que el transformó, comprimió, condensadamente, hermosamente condesado, en sus All Stars.

Dejando atrás un tiempo encorsetado, de viejas y grandiosas tradiciones afroamericanas, francesas, criollas, americanas, que afloraron, como en ningún otro sitio, en las riveras humedas y calientes de la baja Luisiana, y a través de un río llamado Missippi.

Interminable, es casi, su discografía. Particularmente, disfruto de sus homenajes a W.C. Handy y a King Oliver. De su imprimar el ritmo medio-rápido, de su swing aterciopelado, de su dominio espectacular de la trompeta, del pañuelo y del micrófono. Decían, que hasta hablando, Louis Armstrong, tenía swing.

El swing, a saber, es eso que debía tener todo jazzman desde la época de los 20 y en adelante, pues era un deshonor, marcharse a casa, después de una actuación, que terminara con la frase: Chaval, tocas muy bien, pero no tienes swing.

El swing es el ritmo, es coger las notas y modificar el tempo, a capricho, ora acelerando, ora relajando, estirando el tempo, pausa para coger brío y otra vez a empezar. Los americanos le llaman Feeling. Y ya está.




Pero hoy quiero traer, hasta este rincón (ya habrá tiempo de retomar grabaciones prodigiosas de Armstrong) el tema principal de la película del espía más famoso de todos los tiempos (recuperado en estos tiempos de 007, y ya que siempre han sido selecciones muy cuidaddas) , On her majesty's secret service (1969) Una preciosa canción de amor que repite: We have all the time in the world. Como sólo Sachmo sabe hacerlo, como solo sabe cantarle al mundo.

Disfrútenlo, We have all the time in the world





Además y dado que estamos con el tema 007, os dejo un interesante gráfico. De todo siempre se puede sacar provecho. (Como podeis ver George Lazenby no perdió el tiempo, para una película que hizo el tío)



Además he de añadir que, dado que soy jovén también, mi James Bond favorito ha sido de siempre Pierce Brosnan. Y es que me pierde, conduciendo ese tanque en la persecución de GoldenEye. Que grande eres Pierce!

domingo, 11 de noviembre de 2012

Ne me quitte pas...

No me dejes
Hay que olvidar
Todo se puede olvidar


Lo que ya se fue


Olvidar el tiempo
De los malos entendidos
Y el tiempo perdido
Para aclararlos


Olvidar esas horas
Que mataban a veces
A golpes de porqués
al corazón de la felicidad.
 

No me dejes,
no me dejes,
no me dejes,
no me dejes
 

Yo te ofreceré
perlas de lluvia
venidas de países
donde no llueve.


Yo escarbaré la tierra
Hasta después de mi muerte
Para cubrir tu cuerpo
De oro y de luz


Yo haré un reino
Donde el amor será rey
Donde el amor será ley
Donde tu serás reina.
No me dejes,
no me dejes,
no me dejes,
no me dejes


Yo te inventaré
Palabras locas
Que tu comprenderás


Yo te hablaré
De esos amantes
Que han visto por dos veces
Arder sus corazones.
 

Yo te contaré
La historia de un rey
Que murió por no haber
Podido encontrarte.
 

No me dejes,
no me dejes,
no me dejes,
no me dejes


Se ha visto a menudo
Resurgir el fuego
Del antiguo volcán
Que se creía demasiado viejo.


Existen tierras quemadas
Que dan más trigo
que un mejor abril
Y cuando viene la noche
para que un cielo arda
El rojo y el negro
¿Acaso no se unen?
 



No me dejes,
no me dejes,
no me dejes,
no me dejes
no me dejes
 

No voy a llorar
No voy a hablar
Yo me ocultaré
Para mirarte
bailar y sonreír
Y escucharte
cantar y después reír


Déjame volverme
La sombra de tu sombra
La sombra de tu mano
La sombra de tu perro
No me dejes,
no me dejes,
no me dejes,
no me dejes





Jaques Brel, el Crooner incomparable, a la altura de Pucho Boedo, de Frank Sinatra. Escribió un canto al amor universal, un grito desesperado, una interpretación maravillosamente, milimétricamente, delicada.

Por eso merece un lugar destacado en la sección de las recomendaciones musicales de O Pirandargallo, aunque sólo sea una canción, es un viaje, plagado de verdes praderas y cielos borrascosos, con luces amarillas y rojas de los coches al pasar, al atardecer de una tarde de Otoño caliente y húmeda. Un viaje, caliente y húmedo a París, al Olympia, al escenario donde sentó cátedra Jaques Brel.

Aquí. Ne me quitte pas, su interpretación, como sólo lo hace un Crooner.

Y cuando viene la noche
para que un cielo arda
El rojo y el negro
¿Acaso no se unen?

sábado, 3 de noviembre de 2012

Un paseo por Buenos Aires... (caminito)

Caminito que el tiempo ha borrado,
que juntos un día nos viste pasar,
he venido por última vez,
he venido a contarte mi mal.


Caminito que entonces estabas
bordado de trébol y juncos en flor,
una sombra ya pronto serás,
una sombra lo mismo que yo.


Un paseo por Buenos Aires, por el Gran Buenos Aires, por la Avenida General Paz, por la calle Corrientes, por River Plate, por General Belgrano. En fin, por la ciudad porteña, el París de América, que baña la desembocadura del río de la plata.



Porque es precisamente eso lo que nos propone El Eternatua, el clásico de los clásicos argentinos, la historieta por excelencia. El cómic, serializado, que parieron H.G.Oesterheld (tristemente desaparecido durante la dictadura militar) y F.Solano López, para generaciones y generaciones de argentinos, que entre crisis, guerras, dictaduras y corralitos, crecieron alimentando su imaginación con un buen pedazo de papel.


La historia nos introduce en una noche en una barriada del Gran Buenos Aires. En el momento que unos amigos juegan a las cartas, ya a altas horas de la noche, en un abuhardillado que tiene uno de ellos y donde pasan horas y horas dedicandose a sus aficiones y hobbies.
Ya es raro que nieve en Buenos Aires, no deja de ser un hecho extraordinario, pero mucho más extraordinario es cuando tan misteriosa nevada arrasa con todo ser viviente allá donde se posa, allá donde se deja caer.

El escenario inicial no puede ser más dantesco, más desolador, más intrigante. ¿De donde ha salido tan misteriosa nevada de repente? ¿Que harán nuestros amigos ante esta situación inesperada, súbita?

Eso nos cuenta El Eternauta, las aventuras y desventuras de ese grupo de amigos, inmersos en una desgracia de magnitudes colosales. Y nos lo muestra por las calles de Buenos Aires, por las Avenidas más conocidas. Desde el ferrocarril de Belgrano al estadio del Monumental de River.

Una gran aventura con trasfondo social, político. Pues años después de ser escrita, su autor H.G. Oesterheld fué uno de los 30.000 desaparecidos de la dictadura de Videla.

Y es que este peazo cómic, quizás, comentado por algunos, sea un grito desolador, de denuncia, ante hechos y magnicidios cómo los que miles de argentinos tuvieron que pasar, a lo largo del siglo XX.
 

El estadio Monumental del Club Atlético River Plate. Escenario principal de uno de los pasajes de esta tremenda aventura.

Se trata por lo tanto de un viaje, con su banda sonora incluida, al París de América. Porque tan argentino como Carlitos Gardel, tanto que en unas viñetas, en el silencio provocado por la soledad y muerte que sacude a la ciudad del Plata. Se escuchan voces, ¡Alguien vive allí!, en aquella casa moderna, se ve una luz y ruidos de cristales, alguien no puede más, y tira un magnetofón (antes de morir) en el que curiosa, con sorna, con poesía desmedida, aquella que sólo se puede encontrar en una obra de este nivel; pues suena ese Caminito, con el que iniciamos esta entrada, ese Caminito, que el tiempo ha borrado, que juntos un día nos viste pasar...