miércoles, 16 de enero de 2013

Hola Pinky! Permíteme contarte (los años oscuros del Capitán Torrezno)




Retomamos esta semana en OPirandárgallo una serie grande, grandísima del comic patrio. Lo más cañí y bizarra de la historieta nacional: Las aventuras del capitán Torrezno.





Os traigo hoy una hermosa reseña del sexto título de la serie, titulado: Los años oscuros.

¿Y por qué? Pues porque se trata de una obra de arte, una obra maestra, además de ser la piedra angular sobre la que descansan muchas, muchas estructuras de tan premiada serie (premio nacional del comic). Y es que se trata de una investigación profunda, delicada, apasionada, de todo el universo torrezno, desde Aluche hasta Legazpi, girando en torno, siempre del centro del Universo, que rota sobre sí mismo y que es, sin duda, para Santiago Valenzuela, su creador, el aunténtico Punto Quieto, ese desde el que cuelga irremediablemente el pendulo de Focault, mediante la prolongación de su cuerda, atada simbólicamente en lo alto de la cúpula de St. Martin des Champs en París. Que gira, sí, en torno al madrileño, Bar Denver!

Ya hablamos aquí en otra ocasion de Las Aventuras del Capitán Torrezno, y os recomiendo que no sigais leyendo, sino conoceis aquella famosa entrada (sed buenos y hacedme caso) para que la experiencia sea completa.


Es un comic muy especial. Muy bizarro, chico. Cuesta penetrar en los muros del mundo cúbico, de la gnosis y el logos, pero os puedo asegurar, que una vez, siendo un preclaro iniciado, disfrutareis y de ahí pa´rriba!

En este sexto volumen tenemos a Julián Zurraspa que en original e inspiradora conversación nos cuenta como conoción al Capitán Torrezno y a Nestor (Nestor Tilla, o Nestor Rija), en aquellos años (oscuros para los seguidores de la serie que siempre han admirado al capitán en plenitud de poderes), sus aventuras variopintas. Y por supuesto hablan de ese dios del ático, padre creador, y pelmazo de barra de bar que es Don Sinfo, un personaje la mar de curioso y extraño. Sinforoso Lafuente natural de Puebla de Sanabria, que todos conocen como dios.

Resumiendo muy burdamente, tremenda historia nos cuenta las aventuras de un borrachín de Madrid en un mundo muy muy extraño abigarrado, fantástico y tan real como lo permite su creador, su hacedor summun, su demiurgo, aquel llamado Jose Hilario, funcionario del ministerio de Obras Públicas, ya jubilado. 

 

Y que aventuras, increíbles y maravillosas. Una característica que llama mucho la atención es la cantidad de guiños que hace el autor a numerosos elementos cuturales, desde la historia clásica, a la cultura pop, pasando por la literatura decimonónica, el cine, la música y las artes.

Pero sigamos y no nos desviemos de nuestro relato. Decía, que el Bar Denver, es principio y fin de la generación torrezna. Así se describe, así se compara, en este sexto volumen, como entre el Tigris y el Eúfrates, esa antiguo y arraigado mundo de reinos, de reyes y reyezuelos, de bufones. Donde antaño surgieron las más famosas ciudades estado de la humanidad. Babilonia, Ur de los Caldeos, Nínive, etc. El creciente fértil, señores, el creciente fértil.

Pueblos y tribus variadas, ya para la historia, se nos relatan en tan mayúscula epifanía. El Bar Sidi, el Camacho, el Palentino, La Farmacia de Guardia, el Bar García, el Moreno, el Chigre II, el Bar Orense, el meson O'Xugo, el Rey del Mus,...

Y después están los motes, porque aquella panda de desheredados del bajo Madrid, que nos relata el autor, en un mundo paralelo, en una historia del madrid de los 90, de bares, bebida y mucho anís AZO; pues eran los auténticos Juan Bautista de la nación torrezna. Bautizaban a todo quisqui con los más variopintos motes, manda huevos!

Así tenemos a, El Bibliófilo, infeliz-feliz, (aka feliz-infeliz), el Pseudo Pequeño Ruiseñor, Vicent Gunther, María La Portuguesa (y su perra Minerva, aka Nerva), Katiusha, El polaco, La beoda, La destripaterrones, Los gemelos que golpean dos veces, El Fary, Micolor, Celso García (alias Paracelso), The Cult (alias Cuqui, aka El Can intelectual), y bufff... un sin fín de nombres, un santoral completo, que muchos recuerdos me trae a mi época de universitario allá en la Cascarilla (que tiempos más felices!)

Y para muestra un botón, relatado de puño y letra de Don Santiago Valenzuela, nos dice:

"Dejamos para el final a un personaje en el que se funden realidad y ficción con tal arte que casi escapa a las consideraciones de este trabajo. Sobre su mote se ha insinuado que debe ser falso, el añadido tardío de un interpolador sin inventiva. Personalmente creemos que si algo demuestra esto es precisamete su veracidad. Porque se trataba de un verdadero mote de Torreznos, impredecible, inconjeturable. El tipo en cuestión atravesó el menudo umbral del Bar García allegándose a la no menos estrecha barra. En su porte de caudillo tribal torrezno, refire la crónica, se mezclaba la corpulencia desmedida y la epidermis agrietada del sherif Lobo con el barroquiemso capilar recién aceitado de Eraserhead. Un pieza, en fin, un auténtico Jaque del aterne impremeditado. Saludó a la concurrencia con un vozarrón de doblaje de malo de Hollywood en la setentena y con problemas de bronquios. Y entonces se produjo el milagro. El camarero le devolvió el saludo, llamándolo por su nombre de guerrra, su mote , sin provocar la más mínima sonrisa ni bufido de chufla entre la concurrencia:
 "Hola Pinky."

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