viernes, 15 de febrero de 2013

Oda al amor

No quiero dejar pasar esta fecha sin recomendar a todos los pirandárgallos un feliz día del amor.



Hubo un verano en 1967 en San Francisco que fue conocido con el mismo nombre, "el verano del amor". Aquel verano de las grandes concentraciones hippies en la costa oeste y en un aire de libertad, emancipación, descubrimiento interior, drogas, sexo y margaritas, margaritas y sexo, pero sobre todo amor, mucho amor.




Por allí andaba el jovén R. Crumb. Entre orgía y orgía se cuenta que fué donde vendió los primeros ejemplares, manuscritos incunables de su libro del amor caníbal o también llamado del Yum Yum. Una explosión colorista que nos cuenta la historia del joven Oddie y su paso por la universidad, una rana que una noche que mata unas mariquitas, jodías, se ve arrastrado por el crecimiento, quizás por una maldición, de una extraña planta habichuela que lo lleva a dar de cabeza con un mundo fantástico, un mundo donde descubrirá por fin el AMOR.

Mmmmm, que bellas aventuras y andanzas.

Pero para los que sean más vagos y no quieran mover su culo para ir hasta su librería más cercana y comprar tal maravilla, tengo otra recomendación, cuan interesante, cuan maravillosa:



Cuando Harry encontró a Sally es sin duda, para este humilde crítico de cine, la película de amor definitiva. Es la película de amor con mayúsculas. Aquella que emociona sin ser cursi, que hace reir sin caer en el patetismo, que navega por el mar de la intranquilidad para llegar al lago azul que nombraba Vere Stacpoole en su famosa novela homónima, para llegar por fin, al amor.



Encontramos a la princesa Leia, sí Carrie Fischer de nuevo en la gran pantalla, haciendo un secundario, pero con gran arte y maestría, pero sobre todo encontramos a Billy y a Meg, a Harry y a Sally, o tal vez (clara y cariñosa referencia en tan maravillosa película), a Humphrey Bogart y a Ingrid Bergman en el Café de Rick o paseando por Central Park, o en el aeródromo de Casablanca, con niebla, porque el amor es el amor.

Siempre nos quedará París.


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