lunes, 4 de noviembre de 2013

Fuga en una tarde... (parte I)

Fuga de la realidad, evasión o victoria, o quizás las dos. Eso fue lo que hicimos el sábado por la tarde en una jornada más, una nueva y ya (lo estoy gozando) habitual jornada jugona.

Una evasión mítica, la gran evasión, fue la que recreamos primeramente con La Fuga de Colditz (edición Devir). Un juego que supimos jugar bastante bien, imponiendo como condiciones de juego: 2 horas y 2 prisioneros fugados para ganar.


Descolgarse con cuerdas desde las ventanas de las habitaciones, evitar los haces de luz de la guardia alemana, entregar salvoconductos alemanes, utilizar llaves maestras, hasta un túnel fué abierto. Tooooodo, en este juego se puede hacer de todo, picha! Y eso es lo que mola:

"Enero de 1942. Aquellos días de ventisca, la nieve se colaba por las ventanas de Colditz. Alquel pudridero de oficialuchos alidados. Nos econtrábamos viendo los acontencimientos pasar y en la región de Sajonia no había mucho que rascar aquellos tempestuosos días. Alemania continuaba en aquella larga guerra, demasiado larga ya, y a nosotros nos mandaban cuidar de un puñado de niñatos con pipa y bigotes. Y aun más, vigilar que no se fugaran. Menudo pollo nos montaron!

Colditz. 1942.

Al mando y como cabecillas de sus respectivos grupos de prisioneros estaban: el oficial británico, coronel de la marina de HMQ Sir Guilliam Guille-minor, del lado francés Jhonatan Tre Bien, un alto oficial holandés conocido como el Oso de Sumatra, Pablo Le Orange, y un Polaco de nombre Xavi-Levi-negro encailus.

Foto de los malandrines




¿Mi nombre? Bueno, sólo diré que era conocido como el "amputador de Colditz". Según cuenta, por las duras terapias a las que sometía a todo aquel que osara intentar franquear los muros de aquel castillo olvidado.


Los acontecimientos se desarrollaron, al principio, con calma. Se conoce que los malandrines estaban preparando su estrategia, aunque se les veía deambular en círculos, sin ningún objetivo definido. Quizás los altos y fríos muros de Colditz hubieran hecho ya mella en su sentido. jua jua jua pobres infelices...

Utensilios confiscados a lo largo de toda la partida. Material fino por lo que vemos.
De repente, al cabo de una hora, los malandros utilizaron su recurso más viejo y rastrero: Reunión en la capilla. Para rezar según decían. Tuve que ausentarme y vigilar la puerta que daba a la calle (mientras daba cuenta de un buen Pago ACE, que buenos están esos zumos) y allí los dejé con sus plegarias a saber a quien.

En realidad me estaban engañando y aprovecharon mi distracción para elaborar un buen plan de fuga.


Le Orange, el oso despiadado, escondía una carta en la manga y deslizándose sigilosamente desencadenó todos los acontecimientos. Consiguió arrancar el coche de Herr Comandant y a riesgo de atropellar a algunos buenos hombres apostados en la puerta principal, aprovechó la confusión para fugar a uno de sus prisioneros. Bravo, holanda recuperaba un bastardo. Jua jua jua.

El coche de Herr Comandant en primer término
Por su parte el viejo polaco, el negro, Levi-negro, consiguió fugar a un paisano a través de la puerta principal, drogando a algunos de los chicos allí apostados, sin que pudiera llegar a cogerle ninguno de mis hombres, ni tan siquiera a tiro de un disparo certero. El mismo intentó después a poco tiempo para el final una fuga a vida o muerte, donde la carta escogida (5x) no le ayudó lo más mínimo. Tuché! Había palmado como un héroe.

Mientras todo esto sucedía he de contar lo que estaban tramando el hijo de la Gran Bretaña de Guilliam y su homólogo Francés el Tre Bien do carallo. Esas dos ratas de alcantarilla, haciendo honor a su nombre, intentaban y conseguían, gracias a un túnel hecho en la Cantina, fugarse de Colditz.

El túnel de la cantina, en plena fuga, parece la M-30 en hora punta.
Alguno  de aquellos prisioneros, después de salir del túnel, abrió un camino a través de la alambrada con unos alicates que había cogido en el refectorio, de esos para abrir el marisco (pardiez que sí, que vivían como reyes en Colditz) y conseguía fugarse por los exteriores del castillo. Tan sólo fueron arrestados 2 de los 4 que se fugaron, así que 2 consiguieron escapar.

Desde estas líneas, quiero dejar constancia en mi diario, y a la alta comandancia que, por esta vez basta, que no han conseguido su objetivo peor que quizás, no mañana, pero quien sabe si dentro de una semana, dos, un par de meses... logren su objetivo. Colditz no es inexpugnable, repito, no es inexpugnable!!!

Castillo de Colditz. Sajonia. Enero de 1942."

continuará... (después de un bocadillo)

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