martes, 18 de marzo de 2014

La ruta de Macondo... pasa por Palomar

Palomar. Vaya titulazo.

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Una portada con una imagen que pronto nos revelará parte de ese realismo mágico del que se impregna la historia.

Vaya historia que tenía en mi estantería y que no había tenido narices de terminar. Quizás en aquella época me confundí y me perdí en la lectura de otras novedades que me iban entrando a borbotones y lo había dejado a medias...

Pero desde que oí  la  recomendación (o al menos yo lo plagié como una recomendación) de David Rubín en las Metrópoles Delirantes (ah, ya os hablaré de ese fantástico programa otro día) me decido a comenzar a leer las obras de otra manera, de cabo a rabo y aprovechando todos los segundos que me brinda una buena tarde.

Vereis, os explico esto primero, y después ya paso a contaros que se cuece en Palomar (que la final es una sopa). Cuando tienes en las manos una obra cumbre, una obra de esas pocas veces repetidas o para los que no tenemos mucha pasta para estos menesteres, a veces el leer libros como Palomar, Fábulas, Los Surcos del Azar, etc... suponen una disyuntiva entre devorarse tremenda historia que se nos relata o en pausar esta historia para no quemar el libro de una sola sentada.

¿Que qué hace David Rubín en estos casos? Pues quema el libro, los degusta de una sentada y dice que es una gozada y yo le creo y sigo su ejemplo. Para añadir que después repasa y relee el libro buscando segundas lecturas y que no hay cosa que más odie que un libro le deje de interesar a mitad de lectura (y mismo acredito en eso).

Pues bien, este fin de semana decidí coger de mi estantería Palomar, la obra referencia de Beto Hernandez y que articula a su alrededor todo un mundo envuelto en lo que se conoce como realismo mágico.
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Gilbert (Beto) Henandez autor de todo un universo.




La ruta de Macondo... pasa por Palomar.


Y es que Gabriel García Marquez está muy presente aquí, aquí como en el Kassumai de David Campos, o en el H.P. y Giusseppe Bergman del maestro Milo Manara. El viaje, el camino oculto, y questa en ultima stampa: L'AVENTURA!!!

Palomar en el típico pueblo del mundo iberoamericano, ese mundo de frijoles, de papas, de mandiocas, de cacao y de yuca... y de bermes fritos (yo pensaba que eran plátanos). Palomar es el lugar y una serie de personajes lo pueblan y lo llenan con su cotidianía y sus aventuras de amor y de lucha. Y sobre todo las mujeres, las mujeres de Palomar, y que mujeres!!!

Luba, la india exhuberante a la cabeza.

Luba. Esa mujer, de grandes virtudes y del martillo en la mano.

Pero también Carmen, Tonatzín, Chelo la Sheriff (antes bañadora), Pipo, Maricela, Ofelia...

Y los tíos, en los bares, en los baños, o detrás de las mujeres de Palomar.

El relato lo conforman distintas historias muy bien hiladas y con saltos temporales que ayudan a conformar una única historia. A veces me recuerda a esas historias de barrio de Cidade de Deus el film de Fernando Meirelles, o historias similares.

Las historias de amor y de perdición, de atolladero y de redención son únicas, os lo aseguro.

El caso es que se nos ofrecen casi 300 páginas de muy buen material, muy entretenido y que buscando una tarde tranquila, al calor del hogar, se puede leer de una buena sentada.


La edición de La Cúpula es muy buena, el formato es el adecuado, buen gramaje de página y encuadernación en rústica de gran calidad. Portada y contra portada muy bien elegidas y acordes con las serie Beto Hernandez.

Como conclusión os hablaré de una comida que hacen las mujeres de Palomar (porque sí, en Palomar los hombres beben y las mujeres tienen sentido del humor, Palomar huele a historia de las de antes y moooola, nada de moderneces ni hipsters último modelo). Una comida muy especial, una sopa que cura los corazones más tristes: Sopa de Gran Pena. (a Heraclio le gusta mucho)

Un apunte: Acto de Contricción y Por el amor de Carmen, son de mis capítulos favoritos. Aunque tengo muchos, muuuuchos!!!


1 comentario:

  1. Grazas pola mención, e polas verbas que nos adicas. Unha aperta!

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